La profesión de detective privado ha contado con mujeres protagonistas desde 1910, comienzo de un periodo en el que fueron conocidas como “señoritas detectives”. Fueron, de hecho, pioneras en la profesión y simbolizaron un valor añadido ante la gran oferta de despachos de detectives, que se diferenciaban del resto por contar con ellas en su plantilla de agentes investigadores. Como ya indicamos en otro artículo, una de las más destacadas profesionales fue Pilar Ortiz, a quien a finales de la década de los sesenta se le consideraba la primera detective en dirigir su propio despacho tras la regulación de la profesión en 1951.
El presente artículo sirve como homenaje a otra gran mujer, María Mercedes Romera Zaragoza, una detective que es referente por su valentía, profesionalidad y por ser una de las primeras mujeres que, como Pilar Ortiz, dirigió su propio despacho (más adelante dedicaremos otro artículo a Angela Martí, otra de las primeras en ser gerente de un despacho de investigación). Para valorarla en su contexto exacto, conviene recordar que se trata de una época (los años setenta del siglo pasado) en la que las mujeres aún necesitaban la autorización de sus padres o maridos para abrir una cuenta bancaria o incluso para salir de España.
Nacida en Barcelona un 8 de agosto de 1940, era hija de Onofre Romera, detective privado que llegó a ser conocido como “el maestro”. Fue director de la agencia Crefi, acrónimo compuesto a partir del credo fide en latín (creer y tener fe), fundada en 1950 en Barcelona, por lo que Mercedes Romera pudo conocer muy de cerca la profesión. Según transmitía en una entrevista publicada en la revista Done[1], sus primeras incursiones en ella tuvieron lugar en el verano de 1970. Previamente, ella se dedicaba a un sector muy distinto, pero su padre se quedó sin secretaria y ella se ofreció a ayudarle para aliviar la carga de trabajo. Entonces se dio cuenta que le interesaba todo lo relacionado con el oficio: le encantaba escuchar detrás de la puerta a su padre, imaginaba la planificación y la acción del desarrollo de la investigación… Onofre Romera le pidió que visitara a algunos clientes y se percató de su capacidad para captar desde el primer momento sus necesidades reales. Es en ese momento cuando se empieza a forjar la gran profesional en la que se iba a convertir.
El Diario de Burgos[2] recogía en 1976 unas declaraciones suyas:
“En España hay pocas mujeres detectives. Pero una de ellas, Mercedes Romera Zaragoza, no es solo detective, sino jefe de una agencia de detective privados. En España hay 205 jefes de oficina y unos 3.400 detectives. Aquí somos muy pocas las mujeres detectives, ha declarado Mercedes Romera, porque cuesta mucho introducirse en una profesión copada por los hombres. Somos cinco mujeres directoras de agencia y ejercemos solo tres. Es una profesión en la que hay que trabajar mucho, pero considero que no está mal remunerada”.
Una vez obtiene su licencia de detective, la número 92, crea su propio despacho. Los primeros anuncios se pueden encontrar en La Vanguardia a partir de 1972: situado en la calle Balmes 341 de Barcelona, se llamaba Detectives Femina; nombre que llamó la atención desde un punto de vista de marketing, pero con el que ella no se sentía muy cómoda. Su padre, en paralelo, continuaba con su agencia Detectives Crefi en Balmes 141, mientras que, en septiembre de 1972, ella se traslada a Rambla de Catalunya 8. Siguiendo la ristra de anuncios, podemos dilucidar que en 1977 vuelve a estar vinculada al despacho de su padre como directora adjunta; no obstante, a inicios de los ochenta se anuncia de nuevo en solitario. Como dato de interés, es preciso señalar que el despacho Crefi pertenece a IKD y a la World Association of Investigation, por lo que es seguro que Mercedes tuvo que asistir a uno de los congresos internacionales organizados por una de las dos asociaciones.
Fue hija, madre y tía de detectives privados. Hemos tenido la oportunidad de conocer a su hijo Jordi, quien en un artículo de La Vanguardia[3] habla así de su papel como madre:
Cuando entró en la profesión ya era madre de un hijo de siete años, pero la familia no fue un obstáculo: “En un principio, más bien fue un estímulo — considera—, pero reconoce que se resistía a tener conciencia de la responsabilidad del oficio: así, cuando parecía llegado el momento de obtener la licencia puso reparos: “Creo que me asustaba pasar de lo que yo consideraba un juego a algo serio que me atara: mi padre se impuso diciéndome que si quería debía ejercer con todas las de la ley. Si no, que abandonase. Me alegré de seguir su consejo”.
A finales de los ochenta sería nombrada directora de la agencia Crefi, creada por su padre, llegando a tener hasta cinco personas a su cargo. Durante años fue considerada la decana de los detectives privados en España, con varios artículos y entrevistas en prensa y televisión de la mano de periodistas de la talla de Mercedes Milá o Jose María Iñigo.
Estuvo muy vinculada con el colectivo de detectives: por ejemplo, fue vocal de la Asociación Catalana Balear de Detectives Privados, como así aparece publicado en el libro Quién es quién en España (1982)de Elías González Vera.
Fallece el 8 de abril de 2020 a la edad de ochenta años.
Los detectives privados le debemos a Mercedes Romera la divulgación sobre la profesión que realizó durante sus años de investigadora, así como ser un referente para las primeras mujeres dedicadas a esta profesión.
[1] Revista Done. Marzo-abril 2008. Associació de dones periodistes
[2] Diario de Burgos. 10 de diciembre de 1976
[3] La Vanguardia. 10 de julio de 1988