La profesión de detective privado es una de las pioneras en la incorporación de la mujer al sector; no obstante, a la altura de la segunda década del siglo XXI todavía queda aún un largo camino por realizar para llegar a una igualdad real y efectiva.
Para identificar quién fue la primera detective privada tenemos que tener en cuenta una consideración fundamental: la distinción entre aquellas mujeres que ejercieron antes de la Orden Ministerial de 17 de enero de 1951 ¾cuando la profesión de detective no estaba regulada y todas aquellas que lo hicieron después de esa fecha.
Si nos remontamos a la primera etapa, nos encontramos con unas mujeres valientes, fuertes e independientes que trabajaban en despachos de detectives, como verdaderas especialistas, discretas y eficaces en vigilancias y seguimientos. Los primeros anuncios que se pueden encontrar corresponden al año 1914, así nos encontramos con el despacho LA DISCRECCIÓN[1] que en su plantilla tenían “señoritas detectives” especializadas y que investigaban asuntos secreto-particulares e investigaciones prematrimoniales en la calle Condal número 4 de Barcelona.
Ese mismo año la AGENCIA INTERNACIONAL[2], con sede en la calle Barquillo 23-25 de Madrid, realizaban investigaciones y vigilancias privadas hechas por “señoritas detectives”, aceptando encargos en el ámbito nacional e internacional. Uno de los despachos icónos de aquellos primeros años del siglo XX, fue la agencia HISPANIA[3], dirigidas por M. Morán en la calle Fernando VI número 21 de Madrid, que realizaba investigaciones en puertos y balnearios. Otro despacho a destacar fue el de Antonio Romero, LA NEUTRAL[4], que contaba con “señoritas detectives” en plantilla que hablaban idiomas. Habría más mujeres trabajando en otros despachos, pero no han podido ser identificados, ya que cuando investigamos el pasado, debemos basarnos, sobre todo, en la información recopilada en artículos de prensa y en la publicidad comercial.
Como dato de interés, en el año 1914, también se estrena la obra de teatro El club de las señoritas detectives[5], representada en el salón Royalty, situado en la calle Génova número 6 de Madrid; en 1935 cambió de nombre por el de Cines Colón, cerrando definitivamente en los años sesenta.
Otro de los casos más significativos es el Carolina Bravo, que operaba en Barcelona y que se anunciaba[6] en 1925 como independiente y con su propio despacho, en la calle Canuda número 4.
Después de la regulación de la profesión de detective privado el 17 de enero de 1951, una de las primeras detectives que encontramos es María Pilar Ortiz Estévez, de San Sebastián, quien concede una entrevista al periódico La Vanguardia, donde indicaba, por ejemplo, que había asistido al Congreso Mundial de Detectives celebrado en Austria, y que en “fecha inmediata se trasladará a Londres por idéntica cuestión. También marchará a Tel Aviv dentro de un año para tomar parte en otro congreso mundial de este tipo[7]”. Afirmaciones que nos hacen pensar, que además de tener inquietudes de ampliar sus contactos en relaciones internacionales, sabía hablar, por lo menos, inglés.
En una de las entrevistas que concedió, narraba que su origen era de San Sebastián y que trabajaba en una gestoría en la misma ciudad, junto a su hermano. Apuntaba que era frecuente que en la gestoría llegaran clientes interesados en investigaciones y comprobaciones, que estaban más relacionadas con los servicios de detectives, que de una gestoría, por lo que, en marzo de 1968, decidió crear su propio despacho, se matriculó en la facultad de Derecho y comenzó a dar servicio a todos esos clientes derivados de la gestoría. Llegó a tener cinco empleados trabajando para ella. En su tarjeta de visita se podía leer “Pilar Ortiz: Detective Privado”. Estaba especializada en informes de empresas, investigaciones laborales y encargos de vigilancia.
No le ilusionaba especialmente conceder entrevistas a periodistas, a los que de forma continua, tenía la necesidad de tener que explicar la escasa similitud con los estereotipos de la figura del detective privado en el cine y en las novelas. Además de verse con la obligación de tener que justificar su elección como mujer profesional, que había decidido el camino de la investigación. Así señalaba, ante la pregunta del periodista, que no creía que su profesión pudiera estar identificada con una mujer: “Lo mismo puede estar identificada con un hombre que con una mujer. Yo pienso que todas las profesiones lo mismo las puede desempeñar un hombre que una mujer[8]” Tan solo eran necesarias, apunta, cualidades de vocación, psicología y humanidad.
En una de sus últimas entrevistas, con motivo de la celebración en Madrid del Congreso Internacional de Detectives en 1970, indicaba que en España tan solo había dos despachos de detectives de las ciento ochenta agencias sindicadas dirigidas por mujeres y que entre sus deseos estaba que el día de mañana hubiera más cien despachos.
Las últimas estadísticas nos indican que, en la actualidad, el número de mujeres detectives en España está muy cerca del 30 %; no es un porcentaje alto pero comparado con otros sectores de seguridad como el de policía (12 %), guardia civil (7 %) o vigilantes de seguridad (14 %), el porcentaje es esperanzador. Sin embargo, tan solo hay 35 despachos de detectives dirigidos por mujeres, un porcentaje bajo comparado con el total del colectivo. Por lo que habrá que seguir trabajando en la conciliación familiar y laboral para que muchas detectives privadas puedan crear y dirigir su propio despacho, de forma independiente y autónoma.
[1] Publicitada en La Vanguardia. 24-IV-1914.
[2] Publicitada en El Liberal. 11-I-1914.
[3] Publicitada en El Liberal. 12-V-1914.
[4] Publicitada en Alrededor del Mundo. 23-IX-1918.
[5] ABC. 24-IV-1916, p. 15
[6] Publicitada en La Vanguardia. 16-V-1925
[7] Serafín Jiménez, “Pilar Ortiz, la mujer detective”, Diario de Burgos, 18-III-1972, p. 3.
[8] Ídem.