Con noticias diarias relacionadas con compliance -seminarios, eventos y charlas semanales-, cada vez quedan mejor definidas las gestiones de un oficial de cumplimiento. Entre esas funciones está la de velar por la reputación de la empresa y para ello debe establecer controles periódicos de información de proveedores, clientes y competidores. Pero en el sistema de flujo de información preventiva del departamento de compliance es necesario tener en cuenta al equipo directivo de la empresa y al resto del personal interno; sus trayectorias, actividades, expresiones en redes sociales y su imagen afectan de forma directa e indirecta al riesgo reputacional de la empresa. Por ello las hemerotecas, los timeline de Twitter y muros de Facebook (donde quedan archivados por orden cronológico todos los mensajes) y escritos publicados en foros se han convertido en una “pesadilla” para el oficial del cumplimiento.
Como hemos visto en anteriores artículos, el informe del detective privado es una fuente de información cerrada y complemento perfecto y legal para el oficial de cumplimiento, que debería tomar medidas de filtros y control de información pre contratación y de forma periódica para el empleado ya contratado. Dentro de ese sistema de información, las redes sociales son una de las vías obligadas a tener en cuenta, utilizando herramientas necesarias que controlen las actuaciones y expresiones de sus empleados en redes sociales, más aún, cuando se trata de una cuenta que representa a una empresa en una red social. Algo así tuvo que pensar el compliance officer del Ayuntamiento de Madrid (en el que caso de que lo tuviera), cuando en junio de 2015, a un reciente concejal de cultura Guillermo Zapata, le recordaban unos mensajes correspondientes al año 2011 de su timeline de Twitter, donde aparecían mensajes como “Han tenido que cerrar el cementerio de Alcásser para que Irene Villa no vaya a por repuestos” o “¿Cómo meterías a cinco millones de judíos en un 600? En el cenicero”. En este caso, el oficial de cumplimiento no tiene que analizar ni valorar el nivel de sentido del humor, el de libertad de expresión o el de la línea temporal de cuándo fue escrito. El oficial de cumplimiento tiene que ser conocedor de esas expresiones, ya que pueden dañar la imagen y reputación de la empresa. Una vez que sea conocedor de esa información, debería tener el poder suficiente para tomar medidas y decisiones. El concejal dimitió a las 24 horas.
El timeline debe estar limpio de ese tipo de mensajes que pueden ser malinterpretados y publicitados en medios de comunicación, incluso pueden ser utilizados por competidores.
Otro ejemplo, muy mediático, relacionado con comentarios en una red social, fue el que tuvo lugar en diciembre de 2015, cuando el Fútbol Club Barcelona despidió a su nuevo delantero Sergi Guardiola. En su comunicado, la entidad indicaba que los motivos se debían a unas publicaciones en una red social -según indicó la entidad- “después de comprobar que había publicado tuits ofensivos contra el barcelonismo y contra Cataluña”. Es normal el sentido de euforia que se siente en un momento intenso antes de un acontecimiento, las palabras dichas no se pueden retirar, ahí quedan: verba volant, scrita manent. Pero las escritas en medios como Twitter, si se pueden borrar y al ser escritas tras esos momentos de euforia, deben ser borradas a continuación. No se le pone fácil a un compliance officer, ni a su detective privado, leer comentarios como “Puta Cataluña” aunque sea dentro de un contexto de la previa del clásico Real Madrid-Fútbol Club Barcelona y en un momento de felicidad plena. Así que no viene mal echar un vistazo a nuestro timeline, de vez en cuando.
Otro caso conocido ha sido el de la farmacéutica Pheizer (noviembre de 2015); el despido de 30 directivos en España por una supuesta infracción del compliance o código interno de la compañía relacionada con la comercialización del medicamento Enbrel, indicado contra la artritis. Un directivo de la delegación de la farmacéutica en España fue despedido hace meses por supuestas malas prácticas en el mismo sentido. Este directivo llevó el caso a la matriz en Estados Unidos, donde se inició una investigación que ha concluido con los treinta despidos. Lo que la matriz de la farmacéutica ha descubierto son prácticas que incumplen su código interno, de modo que hasta el propio compliance officer ha sido despedido.
Debemos aprender de los errores, los ejemplos antes mencionados y otros muchos casos ilustran a la perfección la necesidad y la importancia que tiene en la era de la “libertad de expresión digital” el oficio del compliance, junto con la labor que realizan los detectives privados, encargados de mantener una imagen impoluta de nuestra empresa, porque tan solo 140 caracteres pueden dañar seriamente años de construcción de nuestra marca.