La semana pasada escuché en un programa de radio quiénes eran los tres jinetes de la música pop española, hablaban de Antonio Flores, Enrique Urquijo y Manolo Tena. Me pregunté entonces quiénes serían los tres jinetes de la investigación privada en España, la respuesta la tuve al instante.
Si la selección es realizada por lo que han aportado a la profesión, por su legado en forma de libros, por ser pioneros cada uno en su especialidad, por ser innovadores y por su repercusión en la sociedad que a cada uno le tocó vivir, sin duda serían: Daniel Freixa, Enrique Cazeneuve y Eugenio Vélez Troya.
Daniel Freixa creó su despacho de investigación La Vigilancia Urbana y Mercantil en la Barcelona de 1888, lo que le convierte, muy probablemente, en el primer detective del que se tiene noticia en España. El despacho fue pionero en la realización de informes comerciales, además aseguraban operaciones y llevaban a cabo gestión de cobros, una actividad que encontramos siempre muy relacionada con los primeros investigadores privados de finales del siglo XIX e inicios del XX en el mundo entero, y cuya vinculación sigue más adelante. Una muestra de esa vinculación entre las agencias de recobro y la investigación es uno de los directorios de seguridad privada con más relevancia, el Regency international directory of private investigators, private detectives, security guards, security equipment suppliers, security services, debt collecting agencies, que se edita en Inglaterra al menos desde 1960.
Freixa, quien ocupaba un puesto en la policía hasta que decidió crear su propia agencia, escribió dos libros, El mundo del crimen(Luis Tasso Serra. Barcelona, 1888) y La policía moderna (Seix. Barcelona, 1893), además de dos boletines económicos llamados El proteccionista y La mutua urbana y mercantil.
Nuestro segundo jinete es Enrique Cazeneuve, un detective emprendedor e innovador de la Barcelona de principios del siglo XX que consiguió cambiar la imagen de los detectives privados al ofrecer unos servicios, como el de las investigaciones económicas de alto nivel, diferentes a las que se venían ofreciendo hasta ese momento.
Detective, hijo de un investigador de una agencia de informes comerciales nacido en Tolouse, Cazeneuve fue un referente respecto a la tipología de sus clientes, que en su mayoría eran grandes empresas, entidades bancarias y aseguradoras. A estos les daba servicio desde su Detectives Office, que fundó en torno a 1910. Al igual que Freixa, Cazeneuve dejó legado en forma de libro, en este caso El detectivismo práctico (Tip Paraíso. Barcelona, 1925) muy conocido en la profesión, no sólo por su icónica portada creada por el ilustrador Leonetto Cappiello, a la que dedicaremos un post en el futuro, sino también porque incluye un curioso glosario de vocabulario calé así como un directorio de los timos más frecuentes de la época.
El último de los jinetes es Eugenio Vélez-Troya, quien a mediados del siglo XX creó la Agencia de Detectives Vélez-Troya. Fundador de la revista Detectives en 1953, fue miembro de la World Secret Service Association de Estados Unidos, llegando a ser su delegado para Europa y África del Norte, lo que permitió, entre otras, que Barcelona acogiera el primer congreso internacional de detectives privados en Europa, en el año 1961.
Vélez-Troya también nos dejó dos libros que son una referencia en la bibliografía detectivesca, Los detectives o investigadores privados (Barcelona, 1979) y Las otras huellas, memorias de un detective privado (Ediciones Obelisco.Barcelona, 1996).
Los detectives españoles debemos mucho a estos tres jinetes de la investigación privada. Ellos fueron los que pusieron las primeras piedras para que la profesión de detective privado en España sea referente mundial en cuanto a formación y jurisprudencia favorable.